domingo, 21 de junio de 2009

Amalia

Solía ser una mujer alegre. Siempre se la veía asomada en el balcón fumando un cigarrillo mientras observaba a los niños disfrutar de la piscina comunitaria aquellos caluroso dias de Enero. Se sentaba junto a su marido Raulito, al igual que ella, de avanzada edad, Mucho más tímido y callado, pero igualmente agradable.

A pesar de la edad, se mostraban muy felices juntos, de esos matrimonios que hace rato cumplieron bodas de plata, oro y cuanto material precioso exista, me hacían sentir que no importaba la cantidad de años que llevaban juntos. Lo que realmente tiene valor es la calidad de todo ese tiempo compartido.

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